Lic. Maggie Hofer Curriculum Vitae


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Soy suiza e hice mis estudios de partera en Lucerna, Suiza. Justo fue la época que cambiaron muchísimo las cosas respecto a la atención del parto. Las parturientas ya venían a sala de partos con listas de cómo querrían su parto; ellas demandaban respeto a sus tiempos y necesidades.
Aprendí desde el principio a atender de la manera más dedicada y menos invasiva posible, a escuchar y orientar los deseos de la pareja a fin de vivir un parto natural, familiar y enriquecedor.
El jefe médico en el hospital donde aprendí tenía un lema: “cuidar bien y no interferir”. Solamente había episiotomías, cesáreas, inducciones, etc. cuando era necesario y siempre se respetaba en lo posible lo que querría y necesitaba la pareja.
Después de recibirme trabajé seis años en otro hospital público en Suiza con el mismo jefe. Éramos uno de los hospitales con la estadística más baja en intervenciones y uno de los pocos hospitales que recibió una distinción de UNICEF y de la OMS por fomentar el amamantamiento.
También había muchas mujeres que iban a casa directamente después de parir y las parteras íbamos a domicilio a asistirlas.
Cuando llegué a la Argentina en el 1998, empecé una pasantía en el Hospital de Clínicas y no entendía más el mundo. Me encontraba con una realidad muy distinta.
Por suerte, al poco tiempo, profesionales que trabajaban como yo estaba acostumbrada (aca estaba) y empecé a trabajar con ellos.
Revalidé mi título en la Universidad de la Plata, hice un profesorado de Yoga.
Y me fui a vivir a la Patagonia, pero… para los partos domiciliarios era un lugar muy difícil; lejos de cualquier hospital con quirófano y sin profesionales que estuvieran en la misma onda.
Igualmente me dediqué a todo lo que tiene que ver con el embarazo, la preparación para el parto, el puerperio, la lactancia y la crianza tanto de la gente pudiente como para la madre carenciada del sur.
Estudié seis años y me recibí de Somatoterapeuta en Biosíntesis; una psicoterapia corporal que tiene como raíces la vida intrauterina y el parto.
Finalmente volví a Buenos Aires y retomé mi labor con mi colega Alejandra dando origen a este proyecto de parteras con una misma filosofía, trabajando juntas.

Experiencia como partera en Suiza
Cuando empecé a estudiar obstetricia en Suiza, hace más de 20 años, la obstetricia estaba en plena revolución.
Algunas mujeres embarazadas ya no querían parir acostadas piernas arriba en la cama, menos aún tener un parto obligadamente medicalizado, entonces buscaban alternativas.
Hubo mucho más trabajo para las parteras independientes (que atendían partos domiciliarios) y había parteras que fundaron casas de partos.
Las mujeres que querían parir en el hospital pretendían hacerlo de otra manera, llegaban con una lista de lo que querían y de lo que no querían: no querían una episiotomía si no era necesario, no querían goteos de oxitocina, querían parir en posiciones más naturales. Además llegaban con bolsos llenos de frazadas, de almohadas, de comida, de equipos de música, de aceites para que la pareja les de un masaje, de globulitos de homeopatía, etc. Algunos médicos y parteras se reían de ellas. Ciertos profesionales tenían miedo, algunos no tenían ni idea como atender por ejemplo un parto en el agua.
La prensa tuvo un rol importante en la difusión de esta “nueva” forma de parir. Las revistas para embarazadas propusieron este modelo de dar a luz, los diarios hicieron reportajes a los hospitales que atendían partos de manera más natural. Así fue que los hospitales y las clínicas se vieron sometidos a una gran presión mediática. Se renovaron las salas de parto. Por ejemplo, en Zurich, actualmente no existe ningún hospital que no tenga una bañera en sala de partos. No sólo cambió arquitectónicamente la sala de partos, también aparecieron equipos de música, hornitos para aromaterapia y también la reflexología y la homeopatía ganaron su lugar. Fue una competición, todos querían formar parte de este movimiento.
Así es que si un embarazo es normal (sin complicaciones, sin riesgo), la mujer puede parir naturalmente y a su ritmo. Yo puedo hablar sobre todo de mi experiencia en un Hospital Público en las afueras de Zurich, donde trabajé ya de partera recibida durante 6 años. Tiene unos 700 partos por año que, para Suiza, es un hospital de tamaño medio.
La filosofía de mi jefe era: “Cuidar bien y no interferir”. Quiere decir, tener un cuidado dedicado, pero invadir lo menos posible. Las parteras poseen una autonomía muy grande y el jefe siempre decía a los nuevos residentes: ¡Hagan lo que dicen las parteras! Ellas saben mejor. ¡Pero no todos los hospitales son así!
Las mujeres con un embarazo sin riesgo pueden parir en la posición que quieran: sentada en la cama, en la sillita de partos, en “cuatro patas”, en el agua. Cada decisión se toma con la parturienta, con la pareja. Por ejemplo, cuando quieren algo contra el dolor, si quieren un baño, homeopatía, reflexología, un medicamento, hasta una peridural.
Es todo muy familiar, si la mujer lo desea, pueden estar todos los familiares que quiere ella.
Recuerdo dos Mundiales de fútbol (‘94 y ‘98) todos (médicos, parteras, parturientas con pocas contracciones y sus parejas) estábamos en la cocina, veíamos los partidos en la tele, y pedíamos pizza. Así es mucho más lindo trabajar y las parejas se sienten casi como en casa.
La responsabilidad de los recién nacidos es de la partera, porque no hay neonatología en el Hospital, ni neonatólogo. Obviamente, los partos prematuros se trasladan antes del parto a un Centro con Neonatología. Pero cualquier otra cosa es nuestra responsabilidad, siempre y cuando no sea tan grave como para que haya que trasladar al bebé a una Clínica de Neonatología.
Mi jefe era un revolucionario con el tema de la episiotomía, tuvimos un muy bajo índice de estas. Hacíamos una episiotomía sólo cuando el bebé no podía esperar más, cuando esperábamos un bebé muy grande o cuando preveíamos un desgarro importante. Las mujeres aprenden a masajear su periné a partir de la semana 34 (para evitar un desgarro) y cada partera tiene su método para evitar un desgarro.
El uso de oxitocina es solo para las embarazadas con un parto muy lento, con poca dinámica y falta de progreso. Incluso en el período de expulsión, es siempre mejor esperar, sobre todo cuando uno está tratando de parir sin episiotomía y sin desgarro. Los períodos expulsivos de primo parturientas, de 3 hasta 5 horas, son normales. Si uno no anima a la embarazada a pujar activamente, no se cansa demasiado y hay menos desgarros.
Las parturientas son animadas a moverse, a ir de paseo, buscar diferentes posiciones que les resulten cómodas.
Las parejas están casi siempre presentes y están muy integradas en el proceso: dan coraje a la mujer, dan masajes; si quieren, cortan el cordón y dan el baño a su hijo recién nacido.
Se estimula muchísimo el vínculo madre-bebe. La madre recibe su bebé directamente después de nacer, antes de cortar el cordón y este se queda junto a ella. Si no tiene un problema grave, el mejor lugar para el bebé después del nacimiento es la panza de su mamá. Así puede adaptarse de la mejor manera a su nueva situación. Con ese vínculo encaminado, la lactancia es favorecida. El reflejo del bebé para empezar a buscar la teta y a mamar es más fuerte en la primera hora posparto y los estudios muestran que los bebés que aprovechan este hecho, tienen más facilidad para amamantar y lo hacen durante más tiempo.
En el hospital donde trabajaba, casi todas las mujeres amamantan por primera vez dentro de la primera hora después del parto, incluso después de una cesárea.
La internación en el hospital dura, para un parto normal, 4-5 días, y 7 a 8 días para una cesárea. Además existe la posibilidad de volver a la propia casa después de 6 horas del parto y tener una partera que viene por lo menos una vez por día. (En Suiza, cada mujer, tiene el derecho de contar con una partera que venga a su casa durante los primeros 10 días después del parto).
O sea, lo del parto natural y no invasivo, para mí, no fue nada novedoso. Era, al final, lo único que yo conocía.